El aroma de las verduras frescas, el aceite de oliva, la carne especiada y el yogur embriagan a todos los visitantes que deciden degustar la verdadera gastronomía de Creta. El corazón de la cocina cretense está formado por alimentos frescos y naturales, normalmente de temporada. La cocina tradicional de Creta vivió un cambio importante cuando en los años 60 mejoró la calidad de vida de sus habitantes y se incorporaron a su dieta más carne y en definitiva más productos derivados de los animales.
La fruta fresca y los frutos secos, las plantas aromáticas y los cereales, cuyo cultivo se vio favorecido por el clima de la isla, eran los ingredientes estrella de la gastronomía cretense. Los productos lácteos se consumían moderadamente, así como el pescado y las aves de corral, mientras que la carne era sólo consumida pocas veces al mes. El principal suministro de de grasa provenía del aceite de oliva, que se usaba no sólo en ensaladas sino también en la cocina, a diferencia de la cocina europea que usaba grasa animal. Otra característica esencial de la cocina cretense era el uso moderado del alcohol, principalmente vino tinto que acompañaba a las comidas. El postre más extendido eran la fruta fresca y los pasteles de miel.
La gastronomía de Creta de los años 60 tiene algunas diferencias en comparación a otra cocina mediterránea del mismo periodo: en Creta se consumía más aceite de oliva, legumbres, frutas y patatas. Del mismo modo, la carne roja, el pescado y los cereales se consumían en menor medida. Según varios estudios, estas limitaciones en la dieta estaban relacionadas con los dictados de la iglesia ortodoxa griega.
Otros estudios relacionan la cocina cretense con beneficios para la salud, atribuidos a su alto contenido en grasas monoinsaturadas, al uso diario del aceite de oliva, y también al bajo consumo de grasas saturadas (presentes en la carne roja). Actualmente, se reconoce además la presencia de vitaminas y minerales en su dieta, que es rica en ácidos grasos, fibras vegetales, antioxidantes y fitoquímicos diferentes, y que tienen una gran influencia en varias funciones del cuerpo, y un efecto beneficioso sobre la salud.
Esta dieta totalmente mediterránea es un distintivo de Creta, una alimentación beneficiosa para la salud y que se refleja en el menor índice de infartos y de cáncer entre su población.
La incorporación del aceite de oliva en la alimentación de los cretenses data de la antigüedad: los escritos en tablas lineales A y B hablan sobre la importancia en la nutrición de los Minoicos, fechada en el 1.800 a.C. Esta costumbre sigue presente en la comida de Creta, con generosas cantidades de aceite de oliva en ensaladas, fritos, verduras hervidas, sopas, carne y pasteles.
En nuestra visita a Creta no podemos perdernos sus platos y sabores más tradicionales, como galletas, miel y queso, pasteles de Sfakia, pasteles hierba, queso feta, caracoles cocidos, staka, hojas de parra rellenas, cazuela de conejo, empanadas, y un larguísimo etcétera.
En Creta existen muchos restaurantes y tabernas que ofrecen platos tradicionales, y que utilizan productos locales frescos. El horario de la comida es muy similar al español, entre las 14h y las 15h de la tarde. Para la cena, entre las 21h y 22h. Además de las tavernas, existen locales más pequeños y auténticos llamados Estiatória. No podemos perdernos el Ouzerí, bares especializados en ouzo – licor de uvas maduras y anís- y mezédhes, aperitivos muy sabrosos.
El café se toma muy frío en verano, el denominado frappé, y por otro lado para calentar el cuerpo, tenemos el famoso raki, un licor de uva y anís, muy similar al ouzo, y que es ofrecido constantemente por los cretenses como símbolo de amabilidad, así que no lo podemos rechazar. Otra bebida característica es el vino retsina, un vino resinado blanco o rosado con más de 2 mil años de historia.
Haciendo honor a su reputación de ser una isla muy independiente, Creta provee a su población de frutas y hortalizas frescas, así como pescado y marisco. Se trata de una cocina poco sofisticada, pero rica en nutrientes y de un intenso sabor.
Por ejemplo, el pescado suele servirse frito y aliñado con limón. También podemos disfrutar del queso graviera (un tipo de gruyere) y el myzithra, una crema de queso blanco que se sirve en muchas ensaladas en lugar del queso feta, y que son especialidades de Creta. Más familiar nos puede resultar el souvláki, una especie de kebab con carne al estilo gyros servida en pan de pita.
A continuación mostramos una breve explicación de los platos más comunes de Creta:
Entrantes:
Dolmadakia: hojas de parra rellenas de arroz, que se sirven frías o calientes.
Achinosalata: ensalada de erizos de mar.
Saganak: queso feta al horno.
Skordalia: salsa de ajo.
Taramosalata: huevas de pescado.
Tsatsiki: salsa de yogur, ajo y pepino.
Ochtapodia: pulpo cocinado con vinagre.
Batsaries: remolacha.
Gigantes: alubias blancas grandes.
Fava: puré de guisantes.
Guarniciones:
Horta: verduras silvestres servidas con aceite de oliva y limón.
Choriatiki: ensalada griega.
Patates: patatas fritas.
Carne:
Carne a la brasa de cualquier tipo, generalmente servidas con patatas fritas.
Estofado de cordero.
Estofado de cabra.
Pescado:
El pescado fresco no es barato debido a la sobre pesca del Mediterráneo, y por este motivo su precio es caro en los restaurantes. Es entonces más popular un tipo de pescado más pequeño, como las sardinas, más asequibles y sabrosos.
Platos de verduras:
Giemista o Giemistes: tomates, berenjenas y pimientos rellenos de arroz
Briam: vegetales mixtos al horno, similar al pisto.
Sopas de verduras.